jueves, 5 de noviembre de 2020

SEIS HOMBRES Un viejo cuarto, cuatro paredes manchadas de sangre, sin ventanas solo una puerta un cuadro de franco una silla y yo, sentado, asustado como un niño, son las dos de la tarde. Entran seis hombres grandes, serios, sus trajes arrugados, sus gafas negras de sol, comienza el interrogatorio, me desnudan y comienzan a pegarme, no sé nada les digo, habla me dicen, me están torturando y disfrutan, su crueldad no tiene límites, habla me repiten, pero no podía el miedo se apodero de mí, me pegaban me insultaban, eran seis hombres defensores del bien, defensores de un régimen opresor, cincuenta y ocho horas interminables seis hombres aquellos días de febrero me mataron, aunque vivo aquel día Me mataron Fumaban, se reían, lo pasaban bien, yo, esposado, suplicando me mataran, me bañaban, me pegaban, se burlaban, no era nadie, solo, angustiado, suplicando me mataran, ellos reían, “rojo de mierda”. Fue entonces cuando uno acercándose a mi posó su cigarro en mi cara y en mi nariz, lo aplastó hasta deshacerse. Ya no sentía dolor, sólo rabia. Matarme supliqué, no hubo día ni noche, sólo miedo y terror, no hay día que no recuerde el cigarro del opresor.

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